domingo, 23 de mayo de 2021

EL VIAJE DE LOS ARGONAUTAS

 Ofrecemos a continuación la versión de este mito que aparece en la Biblioteca mitológica (libro I 107 - 147) de Apolodoro (s. I o II d. C.): 


Pelias ve su reino amenazado

     De Esón, hijo de Creteo, y de Polimede, hija de Autólico, nació Jasón. Este vivía en Yolco, donde, después de Creteo, reinaba Pelias. Este rey consultó al oráculo acerca de su reino y el dios Apolo le profetizó que tuviera cuidado con aquel que tenía solo una sandalia. En un primer momento Pelias no entendió la profecía, pero más tarde sí la comprendió.

    En efecto, Pelias, mientras realizaba un sacrificio en honor de Posidón a orillas del mar, llamó a Jasón y a otros muchos para que asistieran. Jasón, dedicado al cultivo de la tierra, vivía en el campo y se dio prisa para llegar al sacrificio, pero, tras cruzar el río Anauro, salió con una sola sandalia, pues perdió la otra en la corriente. Cuando Pelias lo vio, interpretó el oráculo; entonces se le acercó a Jasón y le preguntó qué haría si tuviera él el poder y un oráculo le advirtiera que sería asesinado por uno de sus ciudadanos. Jasón, bien por casualidad, bien por la cólera de Hera, para que Medea le acarreara la ruina a Pelias (pues Pelias había despreciado a Hera) respondió que le ordenaría traer el vellocino de oro. Cuando escuchó esto, Pelias le ordenó al instante que partiera en busca del vellocino. Este vellocino estaba en la Cólquide, en el bosque de Ares, colgado de una encina y vigilado por un dragón insomne. 

Jasón y los Argonautas preparan la expedición hacia la Cólquide

    Enviado a esta misión, Jasón le pidió ayuda a Argo, el hijo de Frixo. Argo, por inspiración de Atenea, construyó una nave de cincuenta remos llamada Argo, por el nombre de su constructor. En la proa Atenea puso un mascarón parlante construido con madera de haya de Dodona. Cuando la nave estuvo lista, Jasón consultó al oráculo y el dios Apolo le permitió hacerse a la mar, después de reunir a los más valientes de Grecia. [...]



    En Lemnos

    Cuando se hicieron a la mar bajo el mando de Jasón, llegaron a Lemnos. Se daba la circunstancia de que por entonces Lemnos estaba despoblada de varones y ejercía el mando Hipsípila, hija de Toante, por el siguiente motivo. Las mujeres de Lemnos no le rendían culto a Afrodita, por eso esta diosa les envió un olor fétido que provocó que sus maridos se unieran a unas mujeres de Tracia que habían hecho prisioneras. Sintiéndose despreciadas, las mujeres de Lemnos dieron muerte a sus padres y a sus maridos. Hipsípila fue la única que ocultó a su padre y lo salvó. Por tanto, habiendo llegado en un momento en el que Lemnos estaba gobernada solo por mujeres, los Argonautas se unieron con ellas. Hipsípila se unió con Jasón y dio a luz a dos hijos: Euneo y Nebrófono.

    En el país de los dolíones

    Desde Lemnos llegaron a la región de los dolíones, sobre los que reinaba Cícico. Este los acogió amistosamente. Los Argonautas partieron del reino de Cícico por la noche y se encontraron con vientos contrarios, de tal manera que, equivocando el rumbo, llegaron de nuevo a la región de los dolíones. Estos, creyendo que se trataba de un ejército pelásgico (pues los pelásgicos atacaban constantemente a los dolíones), trabaron batalla por la noche con los Argonautas, sin que unos y otros se reconocieran. Los Argonautas mataron a muchos, entre ellos al rey Cícico. Pero ya de día, cuando los Argonautas se dieron cuenta, afligidos, se cortaron los cabellos y enterraron suntuosamente a Cícico. Tras cumplir con estas ceremonias fúnebres, los Argonautas se hicieron a la mar y llegaron a Misia.

    En Misia. Pérdida de Hilas

    Allí, en Misia, dejaron a Heracles y a Polifemo. Pues Hilas, hijo de Tiodamante y amante de Heracles, había sido enviado a buscar agua y por su belleza las ninfas lo raptaron. Pero Polifemo lo oyó gritar, desenvainó la espada y comenzó a buscarlo, creyendo que lo habían raptado unos ladrones. Polifemo se encontró con Heracles y lo informó del asunto. Mientras ambos buscaban a Hilas, la nave Argo se hizo a la mar: Polifemo fundó en Misia la ciudad de Cíos y reinó en ella; Heracles regresó a la ciudad de Argos. [...] 

    Ámico, rey de los bébrices

    Desde Misia partieron hacia el país de los bébrices, donde reinaba Ámico, hijo de Posidón  y de la ninfa bitinia. Cuando Ámico se convirtió en un hombre valeroso, obligaba a los extranjeros que llegaban a su país a luchar contra él a puñetazos y de esta manera les daba muerte. Cuando llegó la nave Argo, Ámico desafió al mejor de los hombres a luchar. Polideuces aceptó el reto y boxeó con él. Polideuces golpeó a Ámico con el codo y le dio muerte. Los bébrices se le echaron encima, pero los Argonautas cogieron rápidamente las armas y mataron a muchos mientras huían.

    Fineo y las harpías

    Desde el país de los bébrices, tras hacerse a la mar, llegaron a Salmideso de Tracia, donde vivía Fineo, un adivino que estaba privado de la vista [...] Algunos dicen que los dioses lo habían privado de la vista por haberles revelado a los hombres el futuro [...] Los dioses enviaron también contra Fineo a las Harpías. Estas criaturas tenían alas y, cuando Fineo se disponía a comer, se lanzaban desde el cielo y le arrebataban a Fineo la mayor parte de los alimentos, y lo poco que dejaban quedaba impregnado de un olor tal que no se podía luego llevar a la boca. Cuando los Argonautas quisieron informarse sobre la ruta que debían seguir, Fineo les dijo que les daría los consejos oportunos para su travesía si lo liberaban de las Harpías. Entonces los Argonautas prepararon una mesa llena de alimentos: de repente las Harpías con grandes gritos se arrojaron volando y cogieron esos alimentos. Al ver esto, los hijos de Bóreas, Zetes y Calais, que tenían alas, desenvainaron las espadas y se lanzaron a perseguir a las Harpías por el aire. El destino de las Harpías era morir a manos de los hijos de Bóreas y el de los hijos de Bóreas morir si las perseguían y no las atrapaban. [...] Las Harpías fueron perseguidas hasta las islas Estrofíades, pero no sufrieron daño alguno, pues le habían hecho el juramento a Fineo de que ya no lo molestarían más.

    Habiendo sido liberado de las Harpías, Fineo les reveló a los Argonautas la ruta de navegación y los previno contra las rocas Simplégades del mar. Estas rocas eran enormes y chocaban unas con otras por la fuerza de los vientos, cerrando el paso por el mar. Sobre ellas flotaba una espesa niebla y se oía un fuerte estrépito; incluso a las aves les resultaba imposible pasar entre ellas. Por eso, Fineo les aconsejó que soltasen una paloma por entre esas rocas: si veían que esta quedaba sana y salva, debían confiar en atravesar ellos las rocas; si la paloma moría, no debían forzar el paso. 

    Las rocas Simplégades o Entrechocantes

    Tras oír esto,los Argonautas se hicieron a la mar y cuando estaban cerca de las rocas Simplégades, soltaron desde la proa una paloma. Cuando esta pasaba volando a través de las rocas, estas, al entrechocar, le cortaron la punta de la cola. Entonces los Argonautas esperaron a que las rocas se separaran y, con un empuje fuerte de remos y con la ayuda de Hera, lograron atravesarlas, aunque el extremo de la curvada y adornada popa fue recortado en redondo. Desde entonces las Simplégades se detuvieron, pues una profecía establecía que, si una nave lograba atravesarlas, quedarían fijas para siempre.

    Luego los Argonautas llegaron al país de los mariandinos y allí su rey Lico los acogió amistosamente. En ese país murió el adivino Idmón, herido por un jabalí, y también murió Tifis, el piloto. Anceo se hizo cargo del gobierno de la nave. 



    Llegada a la Cólquide. Pruebas para conseguir el vellocino: intervención de Medea

    Tras costear el Termodonte y el Cáucaso, los Argonautas llegaron al río Fasis, que pertenece a la Cólquide. Una vez que la nave llegó al puerto de este lugar, Jasón se dirigió al rey Eetes, le comunicó las órdenes que le había dado Pelias y le rogó que le entregara el vellocino. Eetes le prometió que le daría el vellocino si era capaz él solo de poner bajo el yugo unos toros de pezuñas de bronce. Tenía Eetes dos toros salvajes que se destacaban por su tamaño, regalo de Hefesto, y que tenían las pezuñas de bronce y exhalaban fuego por la boca.  Eetes le ordenó a Jasón que unciera los toros al yugo y que sembrara unos dientes de dragón, pues había recibido de Atenea la mitad de los que Cadmo había sembrado en Tebas. Mientras Jasón cavilaba cómo podría uncir los toros, se enamoró de él Medea. Esta, hija de Eetes y de Idía (hija a su vez de Océano), era maga.

    Medea temía que los toros destrozaran a Jasón, por eso prometió ayudarle, a escondidas de su padre, a uncir los toros y a que obtuviera el vellocino, si juraba que la haría su mujer y que la llevaría navegando con él a Grecia. Una vez que Jasón lo juró, Medea le dio una pócima y le dijo que untara con ella el escudo, la lanza y el cuerpo cuando fuera a uncir a los toros. Le indicó que, untado con esta pócima, no podría ser dañado ni por el hierro ni por el fuego durante un solo día. Le especificó también que, una vez que sembrara los dientes, nacerían de la tierra unos hombres armados contra él, a quienes debía lanzarles, cuando los viera apiñados, una piedra en medio y que podría matarlos cuando empezaran a luchar unos contra otros por la piedra.

    Después de escuchar esto, Jasón se untó con la pócima, llegó al recinto sagrado del templo y comenzó a buscar a los toros. Cuando estos se lanzaron contra él con bocanadas de fuego, los unció. Sembró los dientes y surgieron de la tierra unos hombres armados. Una vez que Jasón los vio apiñados, lanzó disimuladamente unas piedras y, mientras los hombres armados luchaban entre sí por ellas, se acercó y les dio muerte.

    Pero, a pesar de que Jasón había uncido los toros, Eetes no le dio el vellocino. Este además se proponía quemar la nave Argo y matar a sus tripulantes. Pero Medea se adelantó: llevó por la noche a Jasón a donde estaba el vellocino y, tras adormecer con sus brebajes al dragón que lo vigilaba, se hizo dueña del vellocino y se dirigió en compañía de Jasón hacia la nave Argo. Su hermano Apsirto la acompañaba. Por la noche se hicieron a la mar junto con los Argonautas.

    Los Argonautas huyen de la Cólquide. Aventuras del viaje de regreso

    Cuando Eetes se enteró del atrevimiento de Medea, se lanzó a perseguir la nave. Pero Medea, al ver que se acercaba, mató a su hermano, lo troceó y lo arrojó al mar. Entonces Eetes, por reunir los trozos del niño, se quedó rezagado en la persecución. Por ello dio la vuelta, enterró las partes del niño que había salvado y llamó a este lugar Tomos. Después envió a muchos colcos en persecución de la nave Argo, bajo la amenaza de que si no le traían a Medea, sufrirían ellos el castigo reservado a esta. Así, cada cual se distribuyó por un sitio y dieron comienzo a la búsqueda.

    Cuando los Argonautas costeaban ya el río Erídano, Zeus, encolerizado con ellos por el asesinato de Apsirto, les envió una violenta tempestad y les hizo perder el rumbo. Mientras costeaban las islas Apsírtidas, la nave Argo dijo que la cólera de Zeus no cesaría si no se dirigían a Ausonia y eran purificados del asesinato de Apsirto por Circe. Así, tras atravesar por pueblos ligures y celtas y tras cruzar por el mar de Cerdeña, pasaron junto a Tirrenia y llegaron a la isla de Eea, donde le suplicaron a Circe y fueron purificados por esta.

    Cuando pasaron por la región de las Sirenas, Orfeo logró retener a los Argonautas entonando un canto contrario al de ellas. Solo Butes se lanzó hacia ellas, aunque Afrodita lo rescató y lo instaló en Lilibeo.

    Después de las Sirenas, la nave se encontró con Caribdis, Escila y las Rocas Errantes, por encima de las cuales podía verse cómo se elevaban densas bocanadas de fuego y humo. Pero Tetis, junto con las Neridas, a ruegos de Hera, condujo a la nave a través de ellas.

    Pasaron de largo por la isla Trinacia, donde se encuentran los rebaños de Helio, y llegaron a Corcira, la isla de los feacios, cuyo rey era Alcínoo. Los colcos, por su parte, no pudieron encontrar la nave Argo y se acabaron estableciendo unos en los montes Ceraunios y otros, trasladándose hacia la Iliria, colonizaron las islas Apsírtidas. Algunos de los colcos llegaron hasta la isla de los feacios, encontraron la nave Argo y le pidieron al rey Alcínoo que les devolviera a Medea. Entonces Alcínoo les respondió que si Medea ya había tenido relaciones con Jasón, se la entregaría a este, pero si aún era doncella, se la entregaría a su padre. Arete, la mujer de Alcínoo, se anticipó e hizo que Medea se uniera con Jasón. Por eso, los colcos acabaron asentándose entre los feacios, mientras que los Argonautas se hicieron a la mar con Medea.

    Mientras navegaban de noche, se encontraron con una terrible tempestad. Entonces Apolo, apostado en las cumbres Melantias, disparó una flecha al mar y esta resplandeció. Cuando los Argonautas vieron una isla cerca, anclaron en ella y la llamaron "Aparición", por haber aparecido inesperadamente. Levantaron un altar en honor de Apolo Resplandeciente, celebraron sacrificios e hicieron un festín. [...]

    Tras partir desde esa isla, Talo les impedía alcanzar las costas de Creta. Unos dicen que Talo era de la raza de bronce, otros dicen que Hefesto se lo había dado a Minos. Talo era un hombre de bronce, aunque otros dicen que era un toro; tenía una única vena que se extendía desde el cuello hasta los tobillos. Un clavo de bronce remataba el extremo de la vena. Talo vigilaba la isla de Creta corriendo alrededor de esta tres veces al día. Por ello, cuando vio que la Argo se acercaba navegando, le lanzó piedras. Pero engañado por Medea murió o, según dicen algunos, Medea lo volvió loco con una pócima. Según otros, Medea le prometió a Talo hacerlo inmortal, le sacó el clavo, se derramó todo el "icor" y Talo murió. Otros afirman que Talo murió alcanzado en el tobillo por las flechas de Peante.



    Llegada a Yolco. Venganza sobre Pelias

    Permanecieron en Creta una sola noche y atracaron luego en Egina con la intención de abastecerse de agua; entre ellos surgió rivalidad por extraer el agua. Desde allí navegaron entre Eubea y Lócride, y llegaron a Yolco, después de haber empleado en toda la travesía cuatro meses.

    Pelias, que había perdido la esperanza de que los Argonautas regresaran, quiso matar a Esón. Pero este, implorando su propia muerte mientras realizaba un sacrificio, bebió sin miedo la sangre del toro y murió. Sin embargo, la madre de Jasón maldijo a Pelias y, tras abandonar a su hijo, que aún no hablaba, se ahorcó. Después Pelias dio muerte al niño que aquella había abandonado.

    Cuando Jasón regresó, le entregó el vellocino a Pelias, pero con el deseo de vengar los agravios sufridos, esperó el momento oportuno. Navegó hacia el Istmo en compañía de los demás héroes y consagró la nave Argo a Posidón. Luego invitó a Medea a buscar cómo podría castigar a Pelias. Medea se acercó al palacio de Pelias y convenció a las hijas de este para que trocearan a su padre y lo cocieran, prometiéndoles que con un brebaje lo rejuvenecería. Y para que la creyeran, despiezó y coció un carnero, y a continuación lo convirtió en cordero. Entonces, las hijas de Pelias, confiadas, trocearon a su padre y lo cocieron. Acasto enterró a su padre, Pelias, con ayuda de los habitantes de Yolco y expulsó a Jasón y a Medea de Yolco.

    Desenlace de la relación entre Jasón y Medea

    Jasón y Medea llegaron a Corinto y vivieron felices durante diez años, hasta que Creonte, el rey de Corinto, le prometió a Jasón a su hija Glauce en matrimonio. Jasón despreció a Medea y se casó con Glauce. Entonces Medea, invocando a los dioses por los que había jurado Jasón y reprochándole a este su ingratitud, envió a la recién casada una túnica empapada con brebajes. Cuando Glauce se la puso, se consumió en un violento fuego junto con su padre, que había acudido en su ayuda. Además Medea mató a los hijos que había tenido con Jasón: Mérmero y Feres. Tomó de Helio un carro de dragones alados, huyó en él y llegó a Atenas [...] En Atenas Medea se casó con Egeo y dio a luz a un niño llamado Medo. Pero más tarde, por conspirar contra Teseo, fue expulsada de Atenas junto con su hijo Medo. Este, por su parte, logró dominar a muchos bárbaros y llamó Media a toda la región que estaba bajo su poder. Después marchó contra los indios y murió.

    Finalmente Medea llegó a la Cólquide como una desconocida y se encontró con que su padre Eetes había sido despojado del reino por Perses, hermano de este. Medea le dio muerte a Perses y restableció a su padre en el reino.

(Traducción de José Calderón Felices, Akal, Madrid, 1987; con modificaciones)

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