Seguimos el relato que ofrece Apolodoro (siglo
I o II d.C.) en su Biblioteca mitológica
(libro II, 34 y siguientes):
El oráculo
Cuando
Acrisio le preguntó al oráculo sobre el nacimiento de hijos varones, el dios Apolo
le respondió que de su hija nacería un niño que le daría muerte.
Lleno
de temor, Acrisio construyó bajo tierra una habitación de bronce y allí guardó
a su hija Dánae. Sin embargo, según dicen algunos, a esta la sedujo Preto y de
aquí surgió la querella entre Acrisio y Preto. Según aseguran otros, Zeus se
transformó en una ráfaga de oro, se deslizó a través del techo hasta el seno de
Dánae y se unió a ella.
Cuando
más tarde Acrisio se enteró de que de su hija había nacido Perseo, no se creyó
que hubiera sido seducida por Zeus. Puso en un arca a su hija junto con el niño
y los arrojó al mar.
Perseo y la cabeza de Medusa
En
cuanto el arca llegó a la isla de Sérifos, Dictis los sacó de ella y se encargó
de la crianza del niño. El hermano de Dictis, Polidectes, que era entonces el rey
de Sérifos, se enamoró de Dánae. Al no poder tener relaciones con ella, ya que
Perseo era ya un hombre, convocó a sus amigos y con ellos también a Perseo, y
les dijo que reuniesen regalos para la boda de Hipodamía, la hija de Enómao.
Perseo dijo que no rechazaría esta invitación ni aunque tuviera que traer la
cabeza de la Gorgona. Así que Polidectes les pidió caballos a los demás, pero
no aceptó los caballos de Perseo: a este le ordenó que trajese la cabeza de la
Gorgona.
Las Fórcides y las Ninfas
Perseo,
guiado por Atenea y Hermes, fue al encuentro de las Fórcides: Enio, Pefredo y
Dino. Estas eran hijas de Ceto y de Forcis; eran hermanas de las Gorgonas y
viejas desde su nacimiento. Tenían las tres un solo ojo y un solo diente y, por
turnos, se lo pasaban de una a otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente. Cuando
las Fórcides se lo pidieron, les dijo que se los devolvería si le indicaban
cuál era el camino que conducía a las Ninfas, las cuales tenían unas sandalias
aladas y la kíbisis, que era una especie
de zurrón. […] Las Ninfas tenían además el casco de Hades.
Cuando
las Fórcides le mostraron el camino, les devolvió el diente y el ojo. En cuanto
llegó a presencia de las Ninfas, consiguió los objetos que buscaba. Se colgó la
kíbisis, se ajustó las sandalias
aladas a los tobillos y colocó sobre su cabeza el casco de Hades, con el que
podía ver a los que quería sin que él fuera visible al resto. A su vez Hermes
le entregó una hoz de acero.
Perseo decapita a Medusa
Perseo
llegó volando hasta el Océano. Allí sorprendió a las Gorgonas durmiendo. Las
Gorgonas eran Esteno, Euríale y Medusa, que era la única mortal (por eso Perseo
fue enviado en busca de su cabeza). Las Gorgonas tenían la cabeza rodeada de
escamosas espirales de serpientes, grandes dientes como de jabalíes, manos de
bronce y unas alas de oro, con las que volaban. A los que miraban los
convertían en piedra.
Así
pues, Perseo se colocó junto a ellas mientras dormían. Mientras la diosa Atenea
guiaba su mano, Perseo dirigió su mirada hacia el escudo de bronce en el que
veía reflejada la imagen de la Gorgona y logró decapitarla. Cuando Perseo le
cortó la cabeza, surgieron de la Gorgona el caballo alado Pegaso y Crisaor, el
padre de Geriones. Estos habían sido engendrados por Posidón. Entonces Perseo
metió en la kíbisis la cabeza de la
Gorgona y emprendió el regreso. Pero las Gorgonas despertaron de su sueño y
empezaron a perseguirlo, sin embargo, no lo podían ver gracias al casco que lo
hacía invisible.
Perseo y Andrómeda
Cuando
llegó a Etiopía, donde reinaba Cefeo, se encontró a la hija de este abandonada
como presa para un monstruo marino. Pues Casiopea, la esposa de Cefeo, había
competido en belleza con las Nereidas y se jactaba de ser superior a todas
ellas. Por eso se habían encolerizado las Nereidas. Y Posidón, que compartía su
indignación, envió una inundación y un monstruo contra la comarca. No obstante,
el dios Amón vaticinó que se verían libres de la calamidad si la hija de
Casiopea, Andrómeda, era ofrecida como alimento al monstruo. Cefeo fue obligado
por los etíopes a hacer tal cosa y encadenó a su hija a una roca.
Al
verla, Perseo se enamoró de ella y le prometió a Cefeo que acabaría con el
monstruo si, una vez que Andrómeda estuviese a salvo, se la daba por esposa.
Tras realizar los debidos juramentos en estos términos, Perseo se enfrentó al
monstruo, le dio muerte y liberó a Andrómeda.
Entonces
Fineo, que era hermano de Cefeo y estaba prometido con anterioridad a
Andrómeda, tramó un complot contra Perseo. Perseo tuvo conocimiento de este
plan, le mostró a Fineo y a sus cómplices la cabeza de la Gorgona y al instante
los convirtió a todos en piedra.
Regreso a Sérifos
Cuando
Perseo regresó a Sérifos, se encontró con que su madre, junto con Dictis, se
había refugiado en los altares debido a la violencia de Polidectes. Así que
entró en el palacio donde Polidectes había convocado a sus fieles, se dio la
vuelta y les mostró la cabeza de la Gorgona. En cuanto la miraron, quedaron
petrificados, en la postura que cada uno tenía en ese momento. Tras poner a
Dictis como rey de Sérifos, le devolvió a Hermes las sandalias, la kíbisis y el casco, pero la cabeza de la
Gorgona se la dio a Atenea. Hermes les devolvió esos objetos a las Ninfas,
mientras que Atenea colocó en el centro de su escudo la cabeza de la Gorgona.
Algunos dicen que Medusa fue decapitada por causa de Atenea, pues esta Gorgona
había pretendido rivalizar en belleza con ella.
Cumplimiento del oráculo
Perseo,
en compañía de Dánae y de Andrómeda, se dirigió rápidamente hacia Argos para ver
a Acrisio. Pero cuando este se enteró de que Perseo venía, temeroso del
oráculo, abandonó Argos y se encaminó al país de los pelasgos. Teutámidas, rey
de Larisa, había organizado un certamen atlético en honor de su padre muerto, y
Perseo también acudió con el propósito de participar en él. Cuando competía en
el pentatlo, Perseo le fue a dar con el disco en el pie a Acrisio y al punto le
causó la muerte. Entonces se dio cuenta de que se había cumplido el oráculo y
enterró a Acrisio fuera de la ciudad. Perseo sintió reparos de regresar a Argos
por la herencia de un hombre que había muerto por su causa, así que se dirigió
a Tirinte junto a Megapentes, el hijo de Preto. Con este hizo un cambio y le
entregó el reino de Argos. Por eso Megapentes reinó sobre los de Argos y Perseo
en Tirinte, tras haber fortificado Midea y Micenas.
Perseo
tuvo hijos de Andrómeda. Antes de haber ido a Grecia, tuvo a Perses, al que
dejó con Cefeo (de Perses se dice que descienden los reyes de Persia). En
Micenas tuvo a Alceo, Esténelo, Heleo, Méstor y Electrión, y una hija,
Gorgófone, a quien tomó por esposa Perieres.
(Trad. de José Calderón Felices, Akal, Madrid, 1987; con modificaciones)