martes, 11 de diciembre de 2012

PROMETEO (II)

La Biblioteca mitológica de Apolodoro (s. I - II d. C.) recoge lo siguiente (Libro I 45 - 46):
Prometeo, después de modelar a los hombres con agua y con tierra, les dio también el fuego, ocultándolo en una vara, a escondidas de Zeus. Pero cuando este se enteró, le ordenó a Hefesto que clavase el cuerpo de Prometeo en el monte Cáucaso (este es un monte de Escitia). Clavado en él, Prometeo estuvo atado durante muchos años. Cada día caía sobre él un águila que le devoraba los lóbulos del hígado; hígado que volvía a crecer por la noche. Esta fue la pena que cumplió Prometeo por robar el fuego, hasta que al fin lo liberó Hércules, como explicaremos en los capítulos dedicados a Hércules.
(Trad. de José Calderón Felices, Madrid, Akal, 1987; con modificaciones)

Castigo de Prometeo

El mitógrafo romano Gayo Julio Higino (64 a.C. - 17 d. C.) también habla de Prometeo en sus Fábulas:
Fábula 142: PANDORA
Prometeo, hijo de Jápeto, fue el primero en modelar hombres de barro. Después Vulcano, siguiendo las órdenes de Júpiter, creó también de barro a la mujer, a la que Minerva dio la vida y cada uno de los dioses un regalo; por este motivo la llamaron Pandora y fue entregada en matrimonio a su hermano Epimeteo; de ella nació Pirra, de la que se dice que fue creada la primera mortal.

Fábula 144: PROMETEO
1. Antes los hombres pedían el fuego a los inmortales y no sabían cómo mantenerlo para siempre. Después Prometeo lo llevó a la tierra en una férula y les enseñó a los hombres cómo mantenerlo cubierto con cenizas. 2. Por esto, siguiendo las órdenes de Júpiter, Mercurio lo sujetó a una roca con clavos de hierro en el monte Cáucaso y colocó junto a él un águila que le comía el corazón; cuanto comía de día, se rehacía de noche. Después de treinta mil años, Hércules mató al águila y lo liberó.
 (Trad. de Guadalupe Morcillo Expósito, Madrid, Akal, 2008; con modificaciones)

Prometeo y el águila


El mismo Higino, en su obra Astronomía (Libro II 15), presenta la siguiente información:
15. LA FLECHA
1. Al parecer, es una de las armas de Hércules con la que, se dice, mató al águila que se comía el hígado de Prometeo. Sobre este tema, parece oportuno decir algo más. Los antiguos hacían sacrificios a los dioses inmortales con la máxima devoción y estaban acostumbrados a quemar totalmente sus víctimas en la llama sagrada. Así, como los gastos eran excesivos y los pobres no podían ofrecer sacrificios, Prometeo, que gracias a su admirable ingenio se dice que había creado a los hombres, obtuvo de Júpiter que una parte de la víctima fuera arrojada al fuego y la otra se destinara a ser alimento. A la postre, la práctica ha hecho firme este hecho. Como esto había sido ordenado por el dios Júpiter de buena voluntad, no como si de un avaro se tratara, Prometeo sacrificó dos toros. Primero colocó en un altar sus hígados y juntó el resto de la carne de cada toro, recomponiéndolo en una sola pieza y cubriéndolo con una piel de buey. Los huesos los cubrió con el resto de la piel. Los colocó a la vista y le dio a Júpiter la posibilidad de elegir la parte que él quisiera. Este no hizo uso de su inteligencia divina ni, como le corresponde a un dios, fue todo lo previsor que debería haber sido, sino que, puesto que hemos tomado la decisión de creer las leyendas, engañado por Prometeo al confiar en que cada una de las partes era del toro, eligió la parte de los huesos. Así, después de esto, en los sacrificios solemnes y religiosos, tras ser consumida la carne de las víctimas, lo que queda, que es la parte que les había correspondido a los dioses, la queman en el mismo fuego.
 2. Pero volvamos a lo nuestro. Cuando Júpiter descubrió lo sucedido, enfurecido, arrebató a los mortales el fuego, para que el favor de Prometeo no prevaleciera sobre el poder de los dioses ni el uso de la carne les pareciera útil a los hombres, cuando ya no podía ser cocinada. En cuanto a Prometeo, acostumbrado a urdir engaños, pensaba en cómo devolver a los mortales el fuego que les había sido arrebatado por su culpa. Así, alejado de todo el mundo, llegó hasta el fuego de Júpiter, lo redujo y lo encerró en su vara. Gozoso, parecía volar más que correr y agitaba la vara, con el fin de que la emanación del humo, que estaba encerrado en esa angostura, no extinguiera la luz. Todavía hoy, en la mayoría de los casos, los hombres que anuncian una buena noticia llegan rápidos.Además en la competición de juegos se requiere a los corredores que empuñen una antorcha, tal y como hizo Prometeo.
Constelación de la Flecha

 3.Por este motivo, Júpiter, para devolver a los mortales un favor semejante, les entregó una mujer, que fue creada por Vulcano y a la que se concedió todo tipo de regalos gracias a la voluntad de los dioses. Se llamó Pandora. A Prometeo lo ató con una cadena de hierro en una montaña de Escitia, llamada Cáucaso. Según el tragediógrafo Esquilo, permaneció atado durante treinta mil años. Además Júpiter envió un águila para que le devorara constantemente el hígado, que volvía a renacer por la noche. Sobre esta águila hay quienes dicen que había nacido de Tifón y de Equidna; otros dicen que nació de la Tierra y del Tártaro; la mayoría ha mostrado que fue creada por las manos de Vulcano y que Júpiter le dio la vida.
 4. Esto es lo que se nos ha transmitido sobre su liberación. Júpiter, seducido por la belleza física de Tetis, la solicitaba en matrimonio, pero sólo obtenía negativas de la temerosa jovencita. Por aquel entonces - dicen - las Parcas profetizaron el destino que la propia naturaleza quiso que se llevara a cabo. Dijeron, ciertamente, que el que se casara con Tetis tendría un hijo que gobernaría con mayor gloria que su padre. Prometeo, que no por su propia voluntad, sino por necesidad, estaba alerta, anunció a Júpiter lo que había oído. Júpiter, temeroso por lo que en circunstancias semejantes le había hecho a su padre Saturno, para que no le obligaran a abandonar el reino celeste, desechó la idea de tomar a Tetis por esposa y a Prometeo, por su buena acción, le expresó su merecido agradecimiento y lo liberó de las cadenas. Pero había jurado que no lo dejaría totalmente libre, sino que, como recuerdo, le ordenó que rodeara un dedo con una y otra materia, esto es, con piedra y con hierro. Los hombres han tomado esta costumbre, con la que parecen satisfacer a Prometeo, y comenzaron a tener anillos cerrados de piedra y de hierro. Algunos, incluso, han dicho que tuvo una corona para que se dijera que él, victorioso, había cometido una falta impunemente. Así pues, los hombres decidieron llevar coronas en situaciones de máxima alegría y en las victorias. Esto se puede ver en las competiciones y en los banquetes.
5. Pero creo que debo volver al principio del asunto y a la muerte del águila. Euristeo envió a Hércules en busca de las manzanas de las Hespérides. Hércules, que no conocía el camino, llegó hasta Prometeo, que, como hemos dicho más arriba, había sido encadenado en el monte Cáucaso. Prometeo le mostró el camino; cuando Hércules volvió vencedor, aseguró que el dragón había muerto y le dio gracias a Prometeo por su ayuda. Inmediatamente, le rindió en la medida de sus posibilidades todo el honor que merecía. Sorteada esta adversidad, los hombres decidieron que consumirían en el altar de los dioses los hígados de sus víctimas sacrificadas, para que pareciera que se saciaban en compensación por las vísceras de Prometeo. (...)
(Trad. de Guadalupe Morcillo, Akal, Madrid, 2008; con modificaciones)
 

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