domingo, 11 de noviembre de 2012

HÉRCULES EN EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES

En la Biblioteca mitológica de Apolodoro, autor del siglo I o II d. C. (Libro II 113 - 121) leemos lo siguiente:

    "Terminados los ocho trabajos en ocho años y un mes, como Euristeo no aceptó el trabajo de los rebaños de Augias y el de la hidra, le ordenó un undécimo trabajo: traer las manzanas de oro de las Hespérides. Estas no se hallaban en Libia, como algunos dicen, sino en el monte Atlas entre los hiperbóreos. Se las había regalado Gea a Zeus después de casarse con Hera. Las vigilaba un dragón inmortal, hijo de Tifón y Equidna, con cien cabezas; utilizaba voces diversas y cambiantes. Junto con él vigilaban las Hespérides Egle, Eritia, Hesperia y Aretusa.

    Por tanto Hércules llegó caminando al río Equedoro. Allí lo desafió a un combate singular Cicno, hijo de Ares y Pirene. Ares defendía a Cicno a la vez que arbitraba el combate; finalmente un rayo que cayó en medio de ambos dirimió la contienda.
Después Hércules marchó a través de Iliria y, apresurándose hacia el río Erídano, llegó junto a las ninfas, hijas de Zeus y de Temis. Estas le revelaron dónde se hallaba Nereo. Después de que Hércules atrapó a Nereo mientras dormía, a pesar de que adoptaba todo tipo de formas, lo ató y no lo soltó hasta averiguar por él en dónde podría encontrar las manzanas y a las Hespérides. 

  


    Una vez que lo averiguó, atravesó Libia, región que gobernaba un hijo de Posidón, Anteo, quien mataba a los extranjeros obligándolos a pelear. Y así Hércules, viéndose obligado a pelear con él, lo levantó haciéndole una presa y, reteniéndolo en lo alto, lo estranguló hasta matarlo; pues sucedía que cuando Anteo tocaba la tierra se fortalecía (por ello decían algunos que era hijo de la tierra).

    Después de Libia atravesó Egipto. Reinaba allí Busiris, hijo de Posidón y Lisianasa, hija de Épafo. Este sacrificaba a los extranjeros en el altar de Zeus según le había indicado cierto oráculo. Pues se había apoderado de Egipto una sequía de nueve años y Frasio, un inteligente adivino que había venido de Chipre, dijo que la sequía se terminaría si sacrificaban cada año a Zeus un hombre extranjero. Por tanto, Busiris sacrificó en primer lugar a aquel adivino y luego a los extranjeros que se presentaban. Hércules fue apresado y fue llevado a los altares, pero logró romper las ataduras, mató a Busiris y a su hijo Anfidamante.

    Tras atravesar Asia, llegó a Termidras, el puerto de los lindios. Soltó a uno de los toros del carro de un boyero, lo sacrificó y ofreció un banquete. El boyero, incapaz de defenderse, se detuvo en una colina y profirió una maldición. Por ello, hasta el día de hoy, cuando se ofrece un sacrificio a Hércules, se hace mediante maldiciones.

    Después de atravesar Arabia, mató a Ematión, hijo de Titono. A continuación llegó, a través de Libia, hasta el océano Atlántico, recibió la copa de Helio y cruzó hacia el continente de enfrente. Allí mató con sus flechas al águila que devoraba el hígado de Prometeo sobre el Cáucaso y lo liberó. Y después de escoger como atadura la corona de olivo, le ofreció a Zeus la vida de Quirón, quien, pese a ser inmortal, quiso morir en lugar de Prometeo.




    Finalmente Hércules llegó a los hiperbóreos ante Atlante. Prometeo le había dicho que no fuera personalmente por las manzanas, sino que, después de relevar a Atlante en el soporte de la bóveda celeste, enviara a este. Obedeció Hércules el consejo de Prometeo y relevó a Atlante en la sujeción de la bóveda celeste. Atlante, después de coger tres manzanas de las Hespérides, se presentó ante Hércules y, como no quería volver a soportar la bóveda, [le dijo que él mismo le llevaría las manzanas a Euristeo, mientras Hércules soportaba la bóveda. Hércules solamente respondió que, para sujetar la bóveda más cómodamente,] deseaba ponerse una almohadilla en la cabeza. Cuando oyó esto, Atlante dejó las manzanas en el suelo y recibió la bóveda celeste. Entonces Hércules cogió las manzanas y se alejó. Algunos dicen que no las consiguió por medio de Atlante, sino que recogió él mismo las manzanas, tras matar a la serpiente que las guardaba.

    Y, habiendo llevado las manzanas a Euristeo, se las entregó. Este las recibió y se las regaló a Hércules, quien se las concedió a Atenea. Esta las llevó de nuevo a su sitio, pues no estaba permitido que se depositasen en cualquier otra parte".

(Trad. de José Calderón Felices, Madrid, Akal, 1987; con modificaciones)


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